Las penas no curadas se hacen oír a través nuestro cuerpo, pues aunque no queramos verlas no podremos ayudarlas a sanar hasta que no nos atrevamos a hacerlo

Las penas no sanadas, o las heridas emocionales que no se abordan adecuadamente, pueden tener un impacto significativo en la salud física. Este fenómeno está relacionado con el campo de la psicosomática, que estudia cómo los factores psicológicos pueden influir en la salud física
Las penas no atendidas eventualmente se manifiestan en nuestro cuerpo de una forma u otra. En nuestros infructuosos intentos de ignorar esas tristezas internas, ellas encuentran un modo de expresarse a través de nuestro cuerpo. A este fenómeno comúnmente se le denomina "somatización de las emociones".
Todo esto demuestra de manera irrefutable la existencia de una conexión clara entre el cuerpo y la mente. Si nuestra mente está sufriendo, nuestro cuerpo también siente ese sufrimiento. Estos son los conocidos "trastornos psicosomáticos", y todos los experimentamos en mayor o menor grado de manera continua.
Los trastornos psicosomáticos: cuando la mente padece

Los trastornos psicosomáticos suelen originarse en la necesidad de enfrentar emociones intensas que no logramos procesar y que manejamos negativamente.
Por ejemplo, una persona con un empleo desagradable y un jefe que menosprecia su labor puede llegar a casa desanimada, con dolores de cabeza, sufrir de insomnio y, eventualmente, este estrés podría resultar en una úlcera estomacal o en una depresión nerviosa.
Lo mismo ocurre con el desamor; si terminamos una relación y no manejamos adecuadamente la situación, la tristeza se nutrirá de nuestros pensamientos día a día, llevándonos a la oscuridad de alguna enfermedad. Estas son dolencias sin una causa orgánica comprobable, generadas por la mente. Son heridas emocionales no sanadas que hemos ignorado.
“No merece la pena vivir una vida sin examinar”
-Sócrates-
Emociones que pueden causar enfermedades

Estas son algunas emociones que pueden causar enfermedades intermitentes o crónicas
- Tristeza o Pena. Se origina en la decepción, separación o pérdida, y afecta principalmente a los pulmones. La tristeza produce pesadez, falta de aliento, cansancio y depresión. Se necesita tiempo para aceptar y expresar nuestras emociones.
- Precaución. Surge de la inseguridad y tiende a debilitar el bazo. La precaución está relacionada con enfermedades en el pecho y en los hombros.
- Miedo. El miedo se asocia con los riñones, afectando a la boca del estomago y relacionándose con la deficiencia renal. Estas alteraciones provienen de la propensión a sufrir miedos irracionales. El miedo no aceptado se transfiere causando problemas en hígado y corazón.
- Terror. Este se parece al miedo, pero es más extremo, se asocia con problemas físicos y emotivos. El terror puede conllevar pérdida de memoria, desorientación, palpitaciones, vértigo, temblores, sudoración y desmayos.
- Ira. Puede adoptar varias formas, la irritabilidad, la frustración, la envidia y la rabia. La ira se transforma en dolores de cabeza, cuello, en vértigo y especialmente en enfermedades hepáticas.
Las emociones pueden desencadenar o acentuar una enfermedad, pero estas también pueden reconvertir la situación, cambiando la enfermedad por salud.
Para que esto suceda solo hay que saber reconocer las emociones que causan desequilibrios en nuestro cuerpo y transformarlas. Desde la medicina oriental se le concede una especial importancia al auto-conocimiento de las emociones, algo que la psicología occidental está empezando a tener en cuenta. El hecho de que lo estemos poniendo en valor tiene que ver con que un tratamiento completo y que aborde el problema desde diferentes perspectivas tiene mayores posibilidades de ser efectivo.
Abrir puertas del alma es liberar las penas no curadas
Liberar las penas no sanadas en ocasiones puede ser un proceso difícil y a veces doloroso, pero es fundamental para recuperar la salud y encontrar la paz interna. Las penas no resueltas se manifiestan en el cuerpo en forma de dolores físicos, enfermedades o trastornos emocionales. Al liberar estas emociones reprimidas, el cuerpo puede liberar la tensión y comenzar a sanar a nivel físico y emocional. Es importante buscar apoyo y herramientas de autocuidado, como la meditación, la terapia o el yoga, para ayudar en este proceso de liberación de las penas no sanadas.
Aquí te proponemos algunos pasos que puedes seguir para ayudarte a liberar las penas no sanadas:
- Acepta tus emociones: Es normal tener emociones negativas como la tristeza o la ira. Acepta que estas emociones forman parte de ti y que no debes reprimirlas.
- Identifica la causa de tus penas no sanadas: Identifica qué suceso te está causando dolor y trabaja en liberar ese dolor.
- Habla de tus sentimientos: Habla con alguien en quien confíes acerca de tus sentimientos y emociones. Esto te ayudará a liberarlos.
- Escribe tus pensamientos y emociones: Escribe en un diario o cuaderno tus pensamientos y emociones. Esto te ayudará a clarificar tus emociones y liberarlas.
- Busca ayuda profesional: Si tienes dificultades para liberar tus penas no sanadas, busca ayuda profesional. Un terapeuta o consejero puede ayudarte a trabajar a través de tus emociones.
Si mantenemos nuestras penas y traumas ocultos y sin resolver, se convierten en una carga pesada que puede afectar nuestra salud emocional y física. Liberar nuestras penas no sanadas es un proceso importante para nuestro bienestar general, y podemos hacerlo a través de terapia, auto-reflexión, expresión creativa, meditación, entre otras herramientas. Cuando nos liberamos de las penas no sanadas, podemos encontrar un nuevo sentido de libertad, paz en nuestra vida en un cuerpo sano
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