¿Has escuchado alguna vez la expresión “el poder del pensamiento”? ¿Que antes de que hagamos algo primero lo pensamos? ¿O en la religión católica, por ejemplo, la jaculatoria de “en pensamientos, palabras y obras”? En cualquier proceso, el pensar siempre es el primer paso. ¿Ocurre también en nuestra salud? ¿En realidad los pensamientos pueden influir en nosotros?

Nuestra mente es la gestora del funcionamiento de todos nuestros mecanismos externos, pero tembién los internos, es decir, del funcionamiento de nuestros órganos, incluso de los más automáticos e instintivos. Por ello en ella reside la capacidad de dirigir, gestionar, coordinar y hacer que todo nuestro organismo funcione.
“La mente se estira por una nueva idea o sensación, y nunca se contrae de nuevo a sus antiguas dimensiones.”
-Oliver Wendell Holmes-
Mente y espíritu (consciente y subconsciente)
Podríamos decir que tenemos “dos mentes”, la “consciente”, racional y analítica, y la que denominamos “subconsciente”, donde se alberga el pensamiento y el sentimiento más profundo en nosotros, la menos tangible pero, la que sin darnos cuenta, dirige nuestras vidas.
Es por esto que a veces queremos estar bien, pero parece que nuestro deseo de acción o no-acción no se corresponde con nuestro estado interior y comenzamos a sentirnos mal, pareciendo que no tenemos control sobre nuestra mente, nuestros pensamientos.
Mientras que la mente consciente quiere que todo vaya bien, en la mente subconsciente, se está librando una batalla, nuestra mente y nuestro espíritu no están en sintonía, lo que activa todos los sistemas de alerta, generando miedos, insguridades, baja autoestima etc.. reacciones que nos hacen sentirnos fuera de todo control y fracasados ante el propósito inicial de que todo vaya bien.
En la mente subconsciente se guardan las experiencias emocionales fuertes, y estas activan recuerdos, emociones, bloqueos e interferencias frente a situaciones que nos recuerdan a experiencias previas o traumáticas vividas, aunque no seamos conscientes de ello.
Cuando vivimos experiencias emocionalmente intensas, nuestra parte subconsciente reconocerá otras situaciones relacionadas con aquellas como peligrosas, y activará todos los sistemas de alerta, sintiéndonos desbordados, generando malestar y sufrimiento, a pesar de que en el presente quizás, la situación no sea realmente peligrosa. Este pensamiento mantenido en el tiempo, se cronifica, y terminamos por aprender a dejarnos llevar por un pensamiento que, incluso siendo conscientes de no estar en consonancia con nuestros sentimientos, lo asumimos como válido
Pensamientos que generan malestar
¿En algún momento de tu vida has estado tan estresado que has notado que se te ha caído una mayor cantidad de cabello? ¿o que has tenido la espalda más cargada y contracturada? Si tienes la suerte de no haberlo vivido, seguramente conozcas a alguien a quien sí le ha pasado.
Esto sucede porque mente y cuerpo están íntimamente relacionados y es muy común que cuando surgen ciertas dificultades en el plano emocional (psicológico), si éstas permanecen en el tiempo y no les damos solución, el cuerpo termina manifestándolas.
Cuando las personas tienen pensamientos, ya sea, por imposición, por creencias o convicciones, que se cronifican, éstas acaban sometiendo la cuerpo a grandes cantidades de estrés, ansiedad y malestar emocional, y que además, de manera prolongada, se liberan hormonas, como la adrenalina o el cortisol y se desestabiliza la emisión de algunos neurotransmisores. Todo esto, mantenido en el tiempo, es lo que causa los síntomas o manifestaciones físicas que, como vemos, tienen su origen en el plano psicoemocional y social.
La programación mental
La forma en la que sientes, piensas y vives tu vida, son el resultado de tu programación mental. Tu mente, de forma similar a una computadora, contiene programas que le indican a tu cerebro cómo debe procesar la información y cómo debe operar para producir resultados concretos, esos programas mentales son tus CREENCIAS.
Nuestras mentes se van programando a sí mismas, con mensajes que recibimos desde la infancia, así como los que nos vamos diciendo a nosotros mismos a lo largo de la vida.
Y de esta programación, depende nuestro malestar o bienestar, ya que hemos aprendido a reaccionar y a sentirnos de una determinada manera ante situaciones determinadas de la vida, cómo debemos relacionarnos con la vida o cómo somos en nuestras relaciones personales.
Con frecuencia, la programación mental queda guardada en el subconsciente y desde allí se generan problemas que somatizamos en nuestro cuerpo.
Reprogramación mental para recuperar la salud
Para recuperar la salud de forma integral, debemos generar un cambio en nuestra mente, es decir, es necesario “reprogramar nuestra mente”, o lo que es lo mismo, descubrir y fomentar nuestras capacidades inhatas de auto-sanación, revisando nuestros pensamientos y actitudes y prestando atención a nuestros síntomas de malestar y pensamientos.
Si la mente tiene el poder de dirigir el funcionamiento de nuestro cuerpo, es obvio que puede hacerlo correctamente y generar salud, si aprendemos a hacerlo. Para ello, es importante descubrir dónde la parte subconsciente genera bloqueos emocionales y desbloquearlos para permitir que fluyan emociones, actitudes y pensamientos sanadores.
El poder de la mente va más allá de lo que solemos pensar. Nuestra mente es maravillosa y va mucho más allá de lo que imaginamos. Más allá de la conciencia existe un mundo por descubrir donde enterramos nuestros miedos, incertidumbres y esos impulsos que nos parecen inaceptables. Sin embargo, en ese mismo sitio también surgen las ideas más creativas y las mayores pasiones, crecen muchos de nuestros sueños e ilusiones. Se trata de nuestra mente subconsciente o inconsciente y, aunque durante décadas ha estado escondido detrás de un velo de misterio, hoy contamos con técnicas que nos permiten acceder a este terreno de la mente con el objetivo de potenciar nuestro equilibrio psicoemocional, social y físico.
Curar el alma para sanar el cuerpo
¿Cómo influyen los pensamientos en la salud?
Los pensamientos, como hemos visto, tienen una gran influencia en cómo nos sentimos. Existe una estrecha y evidente relación entre el cuerpo y la mente, estudiada por la psiconeuroinmunología, una disciplina relativamente nueva que analiza las interrelaciones entre los pensamientos y el organismo desde una perspectiva plural -desde diversas ramas relacionadas con la salud como la psicología, la medicina del comportamiento, la biología molecular, la endocrinología, la inmunología, la neurociencia y la reumatología-.
La psiconeuroinmunología pone de manifiesto la influencia de factores psicosociales en la respuesta inmunológica, es decir, en la capacidad que tiene nuestro organismo de defenderse. En este sentido, un pensamiento negativo es un ataque frontal a nuestro sistema inmune.
“Hoy sabemos que la confianza en uno mismo, el entusiasmo y la ilusión tienen la capacidad de favorecer las funciones superiores del cerebro. La zona prefrontal del cerebro, el lugar donde tiene lugar el pensamiento más avanzado, donde se inventa nuestro futuro, donde valoramos alternativas y estrategias para solucionar los problemas y tomar decisiones, está tremendamente influida por el sistema límbico, que es nuestro cerebro emocional”.
Un minuto entretenidos en un pensamiento negativo deja al sistema inmune debilitado por horas. La sensación de agobio permanente puede producir cambios sorpresivos en nuestro cerebro y hormonas, cambios que van desde lesiones en las neuronas de la memoria y del aprendizaje hasta afectar nuestra capacidad intelectual, produciendo también ciertas enfermedades del sistema nervioso, digestivo, cardiovascular…
El malhumor, la tristeza, el estrés tienen la particularidad de hacer que nuestro cerebro “piense” que lo que sentimos es totalmente real, cuando no es más que nuestra percepción, nuestro pensamiento. Creamos nuestro dolor. Desde un punto de vista fisiológico, el pensamiento negativo libera toxinas que nos envenenan, que nos enferman.
El poder de la mente para generar salud
Tomar las riendas de nuestra salud supone adentrarnos en los dominios mentales. Ya que la mente subconsciente no es accesible de una forma fácil, es importante, utilizar el acceso que nos permite la mente consciente, lógica y analítica, a la misma vez que observamos las emociones que afloran en el proceso.
Para comenzar, es importante que la comunicación con nosotros mismos sea a través de mensajes positivos y realistas con nuestras capacidades del presente:
“Yo puedo conseguirlo”
“Sé hacerlo”
“Voy a sanar”
“Mi cuerpo sabe restablecer el equilibrio”
Y de forma consciente, lógica, racional e intencionadamente estos mensajes guiarán nuestras mentes hacia el camino del bienestar, a la misma vez que nos devolverán el poder que tenemos para dirigir nuestra mente, descubriendo y recordándonos las capacidades internas para volver al equilibrio de la salud.
Santiago Ramón y Cajal dijo: “Todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro”.
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